La Escafandra y la Mariposa

Publicado por Vânia Rodriguez 16 de noviembre de 2010
O Escafandro e a Borboleta

O Escafandro e a Borboleta

En virtud de su singular pluralidad estética, el cine también aborda la dinámica social considerando la instigadora cuestión contemporánea de la deficiencia. Además, hay trabajos espléndidos sobre ese tema. Después de varios intentos, dominé mi intensa emoción y finalmente vi el magnífico filme brillantemente dirigido por Julian Schnabel: “La escafandra y la Mariposa”.

Se trata de la emocionante historia de la vida del periodista francés, Jean-Dominique Bauby (Mathieu Amalric), basada en hechos reales. Él tuvo una transformación después de un acontecimiento determinante que mudó su vida de excéntrico económicamente exitoso y afortunado con las mujeres.

Un hombre enamorado de los placeres de la vida que súbitamente se ve limitado a un único medio de comunicación con el mundo: el pestañear de su ojo izquierdo.

La sensibilidad se mezcla entre la escafandra, que simboliza la prisión física en la cual el protagonista está recluso, y la mariposa, que lo lleva a la sutileza inexorable de volar, impulsado por la ayuda de una fonoaudióloga (Emanuele Seigner) que, con gran osadía y pertinente perspectiva psicológica, lo torna capaz de comunicarse y hasta escribir un libro que lo consagraría como un destacado autor.

Impactante y ciertamente inteligente, la película muestra la vida de una persona privilegiada que frente a las contingencias de la experiencia humana se transforma en un ser fragilizado, impedido de practicar los más simples y cotidianos actos como alimentarse solo, cuidar de su propia higiene e incluso el acto sublime de acariciar a aquellos que, hasta hace poco antes, eran insignificantes, pues su vida de fama y glamour ni siquiera le permitía usufructuar de una relación familiar.

¡Su relación con la fonoaudióloga es excepcionalmente linda! Ella hace uso de un recurso simple: una plancha con pequeñas secuencias de letras del alfabeto que permiten al periodista la comunicación y por lo tanto la interlocución con las personas y con el mundo exterior.

Es increíble la sensualidad manifiesta por el paciente en un contexto marcado por la limitación física y por la irreverencia de los profesionales que lo acompañan en cada nuevo descubrimiento, tanto de límites como de posibilidades.

Son destacables las notables actuaciones de Marie-Josée Croze, Anne Consigny.

El séptimo arte tradujo en esta obra preconcepto, solidaridad, profesionalismo, tecnología asistencial, en fin, medios accesibles que permitieron romper barreras físicas y humanas, garantizando una inclusión creciente de personas con deficiencia en la sociedad, a pesar de sus limitaciones.

Es realmente un marco histórico que tradujo el derecho de ser diferente delante de la dictadura de la belleza y de los patrones establecidos en la estética convencional.

En fin, el filme rompe con los clichés de visualizar personas con deficiencias como meras “portadoras” y propone que sean concebidas como seres autónomos, capaces de decidir sus propios destinos. La película retrata de forma realista las fragilidades de las relaciones sociales, colocando el poder del cine en el cerne de prácticas que aún se presentan como tabú en nuestra sociedad.

¡Imperdible!

Hasta la próxima.

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