Regresión

Publicado por Carlos Bitencourt Almeida 21 de diciembre de 2010

Revivir traumas pasados que estaban ahogados en el olvido puede ser una vivencia de una intensidad impresionante. Para algunos pocos clientes el camino terapéutico es reabrir pacientemente las muchas llagas de una vida marcada por sufrimientos poco comunes. El sentimiento del recuerdo que emerge puede ser vivido como un dolor corporal, en partes localizadas o como un dolor que se esparrama. Puede ocurrir que el shock del recuerdo es tan fuerte que la persona desfallece, perdiendo el control de su cuerpo. La consciencia permanece activa, pero tan inmersa en un tiempo que ya pasó que la persona pierde por completo la noción de donde está. Al volver a la consciencia normal, a veces demora un poco para darse cuenta de sí misma, recordar dónde está y con quién está.
En otros momentos, el dolor que emerge agita la persona. Se levanta, se acuesta, rueda por el suelo, se tira los cabellos, se muerde a sí misma, sacude al terapeuta, lo agrede con palabras, etc. Por instantes, al paciente le parece que el terapeuta es la persona que lo hizo sufrir en el pasado. Se confunde el presente y el pasado.
Muchas veces después de un proceso intenso de recordar hechos antiguos, ocurre un profundo letargo. Un casi sueño lo envuelve. Reposa postrado, sin fuerzas siquiera para moverse o abrir los ojos. Frecuentemente el terapeuta sólo sabrá lo que fue recordado por el cliente después que él vuelva a la consciencia normal. En el momento en que está recordando, habla palabras sueltas, balbucea, llora o se mueve. El habla articulado y racional sólo retornará al final, después que el incendio del recuerdo que volvió fue apagado. Ahí, lo que hasta entonces era tormento y dolor, será alivio, calma y gratitud.
El psicoterapeuta es aquí muchas veces un obstetra psíquico. Son partos sucesivos de una larga historia de momentos dolorosos. En un cierto sentido, el cliente renace después de cada crisis. Para algunos clientes habrá un u otro momento de este tipo a lo largo del proceso terapéutico. Para otros, la urgencia de un pasado que quiere retornar, transbordar, hace de la regresión la línea de base, el eje del proceso terapéutico.
No es el terapeuta quien hace al cliente experimentar el proceso de regresión. Es necesario que haya dentro del cliente esta urgencia, esta presión. El terapeuta es el auxiliar, el protector, el obstetra. En la gran mayoría de los casos el cliente que viene en busca de ayuda no está ávido de una historia que necesita explotar de una forma tan intensa y dinámica. Aquí no hay regresión a ser hecha. El camino es otro, más suave, menos intenso.

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