Caballos y carroceros

Publicado por Sebastião Verly 18 de junio de 2010

Mi gran y estimado jefe, amigo, ídolo y admirador, Fábio Derenzi, siempre protestó contra la matanza de caballos. Vivíamos en el Nordeste y siempre teníamos noticias del Frigorífico Bom Jardim, en Pernambuco, para donde eran llevados los animales que agarraban en los caminos. Él se irritaba con las noticias de que el frigorífico exportaba carne equina.
Mi amigo Derenzi cuando comenzaba a hablar de caballos se entusiasmaba tanto que hacía una verdadera elegía del caballo. Decía que es el verdadero mejor amigo del hombre. Es un animal de linaje y porte que demuestra nobleza. Hablaba incluso de la elegancia del caballo. Elevaba el rostro para mostrar la postura equina. Con el tiempo adquirió una yegua de raza, casi enloqueció con el trato diario y con los cuidados exagerados del animal. De una idea saludable llegó a una especie de equinolatría.
Aquí Derenzi deja mi historia.
Pasé la tarde de este viernes en la Unidad de Recibimiento de Pequeños Volúmenes – URPV- del barrio Dona Clara, en el Bairro da Pampulha, lugar donde los carroceros de Belo Horizonte despejan los escombros recogidos de la vecindad.
Hago un paréntesis para elogiar el proyecto Carroceiros que es fruto del esfuerzo titánico de la profesora Stella Neves Pereira, quien presta servicios a la Superintendencia de la Limpieza Urbana de la capital mineira.
Stella, como todos la llaman, incluyendo la mayoría de los carroceros, firmó una asociación con la Universidad Federal de Minas Gerais – UFMG, consiguió financiamientos y  con la presentación de este original proyecto vive ganando premios ambientalistas para la  Superintendencia de Limpieza Urbana, SLU.
Hoy, el vehículo modelo Meriva del Proyecto Carroceros que es una conquista más de la dedicada profesora, estacionó en aquella Unidad para la vacunación anual, uno de los varios beneficios que el proyecto ya alcanzó. Los animales son marcados y vacunados contra las principales enfermedades como la rabia. Hay toda una serie de beneficios que son ofrecidos a los carroceros. En otra ocasión me gustaría de mencionarlos con más detalles. Tienen la farmacia itinerante con precios a precio costo, un sistema de cobertura de yeguas con asno  de raza Pega y hasta financiamientos en bancos populares. Stella hasta logró que se creara el día municipal del carrocero, el segundo domingo de septiembre, cuando ella hace una caravana de carrozas en las inmediaciones de la Laguna da Pampulha.
Cuatro estudiantes de veterinaria hacían la vacunación. En el medio de los carroceros hay gente de varios estilos: unos ya bien viejos como Márcio, que en su pobreza muestra una buena dosis de dignidad en más de cuarenta años de actividad. Otro, como Nilson Reca, que dice estar hace treinta años en el oficio. Nilson llegó ebrio durante el período de vacunación y se fumó una media docena de cigarros. Lo que tienen en común Márcio y Nilson es el amor por los animales. Los animales duermen dentro de casa con los propios dueños. Tienen un verdadero cariño por ellos. Cuando hablas del trato y de los cuidados parece que están hablando de algún familiar. Nilson me hacía preguntas pidiendo aprobación. Claro que aprobé.
Este carrocero, Nilson, llevó tres yeguas para vacunar. En su embriaguez alcohólica les dijo a los estudiantes que él era casi un veterinario. Hasta dijo que había estudiado veterinaria por un tiempo. Sin embargo, en el transcurso de la entrevista, sin querer, se desmintió. Llegaba a discutir con el estudiante queriendo probar que la adenitis era o no diferente de la gripe equina. Decía que se tomaba una cervecita de vez en cuando porque trabaja demasiado: dijo que había días en que hace hasta diez viajes desde los alrededores hasta aquel lugar de descarga.
Una de las yeguas, dijo, es sólo para reproducción. Las otras dos son para el trabajo. En la entrevista que es hecha por los estudiantes de veterinaria él afirmó categóricamente que no vende sus animales. Luego llegó la pregunta del cuestionario sobre el nombre de los animales: Princesa, Estrela y Cocaína. Al dar el nombre de esta última sonrió, me miró y explicó. Fue mi hijo que está preso, que es adicto a la droga, el que le puso ese nombre. Pero cuando el salga de la cárcel, un amigo mío que es sargento de la policía lo va a colocar en un colegio militar y él será un hombre de bien. “Al final, hacemos hijos para ser hombre o mujer, no un bandido”, completó.

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