Mário Quintana – frases VI – El tiempo, la vejez, la muerte

Publicado por Editor 15 de junio de 2022

 

Bendito el que inventó el bello truco del calendario, pues lo bueno del lunes, del primer día del mes y de cada año nuevo es que nos da la impresión de que la vida no continúa, sino que sólo recomienza… ¿Qué sería de nosotros si la hojita marcara el día 713.789 de la era cristiana?

Me tiré, pues, metafóricamente, por la ventana del trigésimo-sexagésimo-quinto piso del año pasado. ¿Morí? No. Resucité.

Nada jamás continúa,

¡Todo va a recomenzar!

Y sin ningún recuerdo

De las otras veces perdidas.

El más feroz de los animales domésticos es el reloj de pared: conozco uno que ya devoró tres generaciones de mi familia.

Nosotros vivimos temiendo al futuro, pero es el pasado el que nos atropella y nos mata.

Vengo del fondo de las Eras

Cuando el mundo apenas nacía…

¡Soy tan antiguo y tan jóven

Como la luz de cada día!

El despertador es bueno para darnos vuelta hacia el otro lado y dormir de nuevo.

Trova

Corazón que late-late…

¡Antes dejes de latir!

Sólo en un reloj las horas

Van pasando sin sufrir.

Hay unos que mueren antes; otros después. Lo más raro en tal asunto es el difunto correcto en la hora exacta.

El pasado no reconoció su lugar: está siempre presente.

El tiempo es un punto de vista. Viejo es el que es un día más viejo que nosotros…

¡El tiempo no para! La añoranza hace a las cosas parar en el tiempo…

Nada jamás continúa, ¡todo va a recomenzar!

Cuando niño, yo tenía que callarme, a la mesa: sólo las personas grandes hablaban. Ahora, siendo adulto, tengo que quedarme callado para que los niños hablen.

Cuántas veces nosotros, en busca de ventura,

Procedemos tal y cual abuelito infeliz:

En vano, por todas partes, sus lentes busca

¡Teniéndolos en la punta de la nariz!

El futuro es una especie de banco al cual vamos remitiendo uno a uno los cheques de nuestras esperanzas. Ahora, no es posible que todos los cheques sean sin fondo.

Tengo 78 años, pero sin edad.

Edades sólo hay dos: o se está vivo o muerto.

En este último caso es demasiada edad, pues nos fue prometida la Eternidad…

Que yo nunca deje mi esperanza ser afectada por palabras pesimistas.

Ese extraño que vive en el espejo, y es mucho más viejo que yo,

se mira con una manera de quien busca adivinar quién soy.

La muerte debería ser así:

un cielo que poco a poco anochece

y nosotros ni supiésemos que es el fin…

Sólo tú supiste encontrarme… ¡y te fuiste!

Nada jamás continúa. ¡Todo va a recomenzar!

Y sin ningún recuerdo de las otras veces perdidas,

lanzo la rosa del sueño en tus manos distraidas.

Un día descubrimos que a pesar de vivir casi un siglo, todo ese tiempo no es suficiente para realizar todos nuestros sueños.

Eterno es todo aquello que dura una fracción de segundo, pero con tanta intensidad que se petrifica, y ninguna fuerza jamás lo rescata.

Antes de juzgar “mi vida” o mi “carácter”…

calza mis zapatos o recorre el camino que Yo recorrí,

y vive “mis tristezas, “mis dudas”,

“¡mis alegrías!” Recorre los años que yo recorrí,

tropieza donde Yo tropecé y levántate, así como Yo lo hice.

¡¡¡Cada uno tiene su propia historia!!!

¡Y entonces, sólo así podrás “juzgarme”!

En la convivencia el tiempo no importa.

Si es un minuto, una hora, una vida.

Lo que importa es lo que quedó de este minuto,

de esta hora, de esta vida…

Recuerda que lo que importa

… es que todo lo que siembras cosecharás.

Por eso, marca tu pasaje,

deja algo de ti,…

de tu minuto,

de tu hora,

de tu día,

de tu vida.

La vida es la tarea que nosotros trajimos para hacer en casa.

Cuando se ve, ¡ya son las seis!

Cuando se ve, ya es viernes…

Cuando se ve, ya terminó el año…

Cuando se ve, perdimos al amor de nuestra vida.

Cuando se ve, ¡ya pasaron 50 años!

Ahora es demasiado tarde para ser reprobado.

De esta forma yo digo:

No dejes de hacer algo que te gusta debido a la falta de tiempo, la única falta que tendrás, será de ese tiempo que infelizmente no volverá más.

Hay un color que no vemos en los diccionarios. Es ese indefinible color que tienen todos los relatos, los figurines de la última estación… – el color del tiempo.

El recuerdo es una silla mecedora arrullando sola.

Ah, siempre que se sueña alguna cosa

se tiene la edad del tiempo en que la soñamos:

Me olvidé del futuro…

Las manos que dicen adiós son pájaros que van muriendo lentamente.

Amigos no consulten los relojes cuando un día me vaya de vuestras vidas… Porque el tiempo es una invención de la muerte: no lo conoce la vida – la verdadera – en que basta un momento de poesía para darnos la eternidad entera.

La muerte es la liberación total: la muerte es cuando podemos, al final estar acostados con zapatos.

Con el tiempo no vamos quedándonos solos sólo por los que se fueron, vamos quedándonos solos unos de los otros.

La eternidad es un reloj sin punteros.

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