Paternidad Responsable

Publicado por Carlos Bitencourt Almeida 20 de octubre de 2011

La cuestión de la relación de los hombres con sus hijos concebidos fuera del matrimonio o después de la separación es bien característica. Frecuentemente el lazo de los hombres con sus hijos es débil. El hombre se relaciona con una mujer, dentro de un lazo afectivo erótico, o sólo tiene relaciones sexuales con ella. Si ella se embaraza, a veces desea que ella aborte. Es dentro de ella que esa vida, ese ser, se está desarrollando. Con mucha frecuencia la mujer desarrolla un lazo afectivo intenso con la gestación, con el ser que siente o sabe que está morando dentro de sí, en desarrollo.

Es muy cómodo para el hombre pedir que ella aborte. No es él quien va a cargar esta marca por el resto de la vida. Si la gestación se concreta, es la mujer la que siente vida dentro de sí, que tiene que expulsarla en la hora del parto, que va a amamantarlo y que casi siempre tendrá la mayor parte de los cuidados con el niño, por lo menos en los primeros años de vida – y muchas veces durante toda la infancia de ese niño.

Los hombres quedan como proveedores más o menos involucrados de forma afectiva, con frecuencia incomodados con la presencia de los hijos que estorban y dificultan la vida sexual de la pareja. Aparte de que el lazo afectivo de las mujeres con sus hijos es intenso, muchas veces despierta celos en el hombre, rivalidad, se siente excluido. Cuando el hijo fue concebido fuera del matrimonio a veces convive poco con el niño, o porque la “legítima esposa” no sabe del hijo, o porque ella tiene miedo de que a través del contacto con el niño el hombre tenga nuevas oportunidades de vida sexual con la antigua novia.

Cuando la mujer pide la separación, con frecuencia el hombre intenta castigarla, dificultando la pensión alimenticia, tornándose omiso con el niño o desinteresándose de los hijos que tuvo con esa mujer. “Si tú ya no me quieres más como marido te castigo y te dejo criando a los hijos sola. Yo era un buen padre, pero si no me quieres no voy a cuidar a los niños para que tú enamores en paz”.

Ya observé este fenómeno muchas veces. Muchos padres sólo son padres mientras viven con los hijos. Cuando pasan a vivir en casas separadas – aún si fue él quien quiso la separación – “se olvida” que tiene hijos, o los trata con distancia y falta de compromiso.

Aparte de esto, la educación de los hombres es extremadamente fallida en relación a los futuros hijos. Las niñas, incluso las que son bien pequeñas, cuidan muñecas como si fuesen hijos, ensayando en la fantasía la futura maternidad. Los hombres juegan con coches de juguete o con deportes. Las madres programan a los hijos para que poco tengan que ver con sus futuros hijos, diciendo entre líneas para sus hijos hombres: “Criar hijos es asunto de mujeres”. Supongo que la mayoría de los padres cree que su hijo desarrollaría tendencias homosexuales si juega con muñecas, ensayando cuidados con futuros bebés o niños.

Cuando más tarde el hombre adulto quiere sólo cuidar su coche o salir con los amigos para practicar deportes, las mujeres se irritan con la omisión masculina delante de los hijos. Pero, ¿será que esta misma mujer que reclama enseñará a su hijo pequeño a cuidar bebés “jugando con muñecas”? ¿Qué hijo hombre cuando niño recibió de regalo de cumpleaños un bebé de juguete?

Felizmente, a pesar de que la mayoría de las madres no haya preparado a sus hijos para cuidar bebés y niños, existen muchos hombres que son buenos padres: interesados, responsables, sin miedo de aparentar la falta de masculinidad al cuidar con cariño y competencia a sus niños. Y en el caso de la separación conyugal permanecen lúcidos, asumen a los hijos de modo afectuoso y responsable.

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