Memorias de una Galinhada

Publicado por Sebastião Verly 21 de octubre de 2020

Joaquim Lacerda era hijo de un líder político de la antigua UDN, la Unión Democrática Nacional, partido político que con su discurso moralista experimentó el poder federal durante ocho meses en el breve mandato de Jânio Quadros, en 1960. Voy a contar una historia que ocurrió con él a mediados de los años sesenta. Era un hombre de muy buen humor, jovial y fiestero, casado con la Cotinha, que después se tornó una empresaria hotelera. Con ella tuvo seis hijos hombres, todos muy desordenados, y en el séptimo parto llegó Delza, muy bonita, simpática y comunicativa, que aún hoy está por allá con sus bellos hijos, como soñaban los padres. Delza trajo la alegría de tener una hija, como nuestro personaje siempre contaba. De paso, decían los chismosos, que Joaquim Lacerda ya tenía una hija mujer fuera de casa, pero no podía presentarla como tal.

Joaquim Lacerda construyó en el centro de Pompéu, a mediados de los años cincuenta, la casa más bonita de la ciudad, influenciando la venida de otras similares. Las paredes y techos de la casa fueron pintados meticulosamente por Nilo, una figura que vino de Rio de Janeiro.

Luego que Cotinha dio a luz a Delza, Joaquim Lacerda, que, hecho raro, era siempre llamado por el nombre y apellido, se olvidó de las comezones moralistas de la UDN y se fue de Pompéu a Belo Horizonte para encontrarse con Ademar de Barros, ex gobernador de São Paulo del PSD, Partido Social Democrático, el gran rival de la UDN, para ser padrino de la niña. Era una tradición de los políticos de interior pedirle a grandes políticos de la capital que bautizasen a sus hijos, pero no de partidos adversarios.

El hecho que voy a contar es una de sus travesuras, en un período en que por ironía del destino Joaquim Lacerda era comisario de la policía en Pompéu. En esa época no era necesario ser licenciado en derecho para el ejercicio del cargo, que era de libre nombramiento político. Nuestro personaje compartía con Simba y Dazinho, sus dos primeros hijos, ya hombres formados, sus excentricidades.

Él ya estaba separado conyugalmente de Cotinha y vivía en una modesta casa en una calle de tierra en la periferia de la ciudad. Un día viernes, día que invita a la bohemia, había llovido mucho y él no se animaba a salir por los bares de los alrededores y mucho menos a ir hasta el centro a los bares de la élite. Convocó a los dos hijos presentes para salir y comprar media docena de cervezas y “conseguir” un pollo para hacer una sabrosa galinhada. En los grandes centros hacen el llamado risoto, que también es pollo cocido con arroz, pero que de ninguna manera puede ser comparado a la galinhada. Esclarezco que lo que daba más sabor a la galinhada es la manera en que la gallina es conseguida. Tiene que ser necesariamente robada en el patio de algún vecino desatento.

Los dos diligentes hijos salieron, pasaron por el Bar del Peitudo y adquirieron una buena cantidad de cervezas heladas. Cuando llegaban en casa, se acordaron del pollo que su padre les pidió. ¿Y ahora? Con todo este barro, ¿dónde robar – o mejor dicho, hurtar – un pollo a esa hora de la noche?

Se acordaron que su padre tenía un gallinero en el fondo del patio donde mantenía una reserva estratégica para ocasiones en que no pudiese contar con los hijos para conseguir la gallina mediante el método tradicional. Pero ellos necesitaban usar algún ardid para convencer a su padre que habían conseguido el ave en otros patios. Simba, cuyo nombre real es Dalmir, que la última vez que lo vi era ya un señor casado, serio y respetado, me contó que fue él quien tuvo la idea. Con mucho cuidado arrancaron las plumas del pescuezo de un pollo que su padre mantenía engordando para que quedara irreconocible.

Fueron confiados y bien organizados en las explicaciones por si su padre desconfiara algo. Bajaron las cervezas y ya iban a tomar el cuchillo para cortar el pescuezo del gallo, cuando Joaquim Lacerda interfirió:

No, este no lo vamos a matar. Estaba loco para criar pollos con pescuezo pelado. Fue una suerte que encontraran este gallo para reproducir la raza. Suéltenlo en el gallinero y traigan uno de los míos.

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