Copas del Mundo – 1938

Publicado por Sebastião Verly 8 de junio de 2010

Saludo nazi hecho por las selecciones de Alemania e Italia en 1938

Parece increíble, pero siempre tuve cerca a amigos y colegas que adoran el fútbol. Incluso dentro de mi casa tuve hermanos y sobrinos que son “enfermos” por el fútbol. Yo, en cambio, escucho las narraciones de los juegos más importantes y los casos más famosos con un leve bostezo.

Pero el día viernes 28, en la noche, mi hijo me envió un e-mail invitándome a la “pelada poética” de la Librería Scritum, que realizó este evento el día sábado 29, por segunda vez, con homenajes a jugadores y escritores. Es una bella combinación, y merece elogios Betinho, dueño de la librería, bajo el comando de Mário Alex Rosa y todo el empeñado equipo que logra reunir a la fina flor de la literatura de Belo Horizonte. Reclamé sólo por la ausencia de mi poeta preferida, Flávia Queiroz. Pero allá estaban Ana Eliza, Camilo Lara y Adriana Versiani, estos tres, los predilectos de mi hijo. Los homenajeados este año fueron el poeta Affonso Ávila, Sorín, Éder Aleixo y el periodista y poeta Alécio Cunha.

Todo eso tiene que ver con la Copa del Mundo y fue muy especial para mí, porque conocí personalmente al talentosísimo Affonso Ávila, una leyenda viva que a los 82 años está más joven que muchos muchachos que andan por ahí. El hombre tiene una de las mejores memorias del mundo. Habló sobre la Copa del Mundo de cuando él tenía 10 años de edad, narrando acontecimientos que pido la venia para mezclar en mis escritos sin citar el nombre del gran autor. Aprovechó para contar la Historia del Fútbol mineiro, los tiempos dorados del Atlético, del Vila y de mi Deca campeón, el América. Recordó la formación de los mejores equipos de esos clubes. También recordó el inicio de Kafunga, al ídolo Guará y encantó a todo el mundo con la más completa Historia del Fútbol de Brasil, contada en algunos minutos.

Sobre la copa del 38 realizada en Francia, fue emocionante oír al gran poeta recordar la narración del equipo titular y de los reservas, contando uno por uno los estados natales y los equipos de origen de los jugadores. En aquella época la “selección” era formada sólo por paulistas y cariocas que peleaban mucho entre sí.

Contó sobre el agotador viaje en barco, las dificultades y sobre el cansancio de los jugadores. Por último, narra el poeta, la situación dramática de la semifinal. Contaba él que en ese partido, Brasil entró sin el gran Leônidas, el Diamante Negro, siendo reemplazado por Niginho, Leonízio Fantoni, entonces jugador del Vasco da Gama. Él había actuado por el Cruzeiro junto a sus hermanos Orlando Fantoni, Ninão y a otros primos, y luego en Italia, en la Lazio. Fue “alistado” en el ejército italiano en la época de Benito Mussolini, del cual “desertó”. Por este hecho los italianos impugnaron su participación. Brasil tuvo que improvisar y quedó solamente en el tercer lugar con una selección tan buena como la de los días de hoy.

También en la copa de 1938, ganada por Italia, que eliminó a Brasil en las semifinales, fue el momento en que Brasil conquistó su posición en el fútbol internacional, cuando nuestra selección derrotó a Polonia por 6 x 5. Vale la pena registrar también el partido que quedó conocido como la batalla campal frente a Checoslovaquia en los cuartos de final, cuando el portero Planikas, considerado el mejor del mundo, salió del campo con el brazo quebrado y el artillero Oldrich Nejedly se llevó tantas patadas que acompañó a su compañero de equipo camino al hospital.

Con Machado y Zezé Procópio de Brasil, y Rhia de Checoslovaquia expulsados, el partido terminó empatado también en la prorrogación, por lo que hubo otro juego dos días después. Los dos equipos llevaron a sus jugadores reservas. Para sorpresa general, ese partido transcurrió en paz y serenidad. Ganó Brasil 2 x 1, con goles de Leônidas da Silva y Roberto, con Kopecky marcando para los checos.

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