Estimada Presidenta Dilma, oso traerle algunos consejos, frutos de más de sesenta años de trabajo y experiencias en casi todos los niveles, en muchas áreas de la economía y particularmente de la vida.
Comienzo por aprovechar lo que hacía Fábio Derenzi, mi director en la Constructora Mendes Junior. Estábamos construyendo la Hidroeléctrica de Moxotó en Paulo Afonso, y él enseñaba: los trabajos, cada cual con su responsable, fluyen de manera satisfactoria y casi natural. Él, como dirigente máximo, podía cruzar los brazos o incluso salir a pescar, lo que hacíamos en pleno horario de trabajo. Pero era él quien iba a la carpintería para pedirle a un carpintero que recortase una tabla para cortar carne para la esposa de un funcionario, calmando a la mujer y dejando al trabajador con todo el tiempo para supervisar los trabajos de su responsabilidad.
Hoy, este es el consejo que quiero ofrecerle: coloque personas competentes, cuando necesite, substituya lo que sea necesario, pero esté libre para cuidar de los pequeños detalles. Haga como el ex presidente Lula con su habitual sabiduría, deje el río correr. El río corre solo, tiene su tiempo, no puede ser acelerado. A veces es difícil saber qué hacer, cada cosa tiene su debido tiempo. Es más fácil saber lo que no hacer. Y dar tiempo al tiempo.
Prepárese para hacer cambios, algunos de gran magnitud, pero use la enseñanza de Maquiavelo siempre que lo necesite. Cuando haya que cortar, corte luego para no contaminar el proceso. Haga mudanzas con el coraje máximo, siempre sensible, escuchando su corazón y su espíritu lúcido.
Por ahora, le presento mi pedido para mandar a hacer dos tablas de cortar bife para sus nobles asesores aquí en Belo Horizonte. Primero son las ocupaciones de tierra que usted necesita ver, son ejemplares como posibles soluciones para habitaciones para los más pobres. Sólo la comunidad Dandara tiene casi mil casitas, con un pequeño patio cada una, donde se plantan verduras, frutas y legumbres. El entonces presidenciable Plínio de Arruda Sampaio estuvo allá y recibió una cesta de productos cosechados en los patios con un poco más de un año de ocupación. El poder público municipal junto al estadual no dejan conectar luz ni agua. Ni siquiera tienen recolección de basura. Ahora el gobierno estadual, según noticias que circulan y que no son desmentidas, quiere pasar el tractor por encima de esas miles de personas, incluyendo más de mil niños, que buscan el aval de la justicia. Si este es dado, que Dios lo evite, será una justicia con “j” minúscula.
Dicen que nueve súper-constructoras conseguirán aprobación de la Municipalidad de Belo Horizonte para la construcción de 75.000 apartamentos en la última reserva de flora natural de BH, creando la 10ª Administración Regional, llamada Regional Isidoro. Como dice una canción popular, “El lugar es una belleza, yo tengo certeza que te va a gustar”… de conocer por fotos o pisar personalmente el suelo, encantándose con la ribera Isidoro, la vegetación, la paz y las 72 nacientes límpidas y cristalinas.
Resulta que esa área fue donada en 1916 para construir el Sanatorio Hugo Werneck y no para los descendientes de Hugo Werneck, que se consideran herederos y actualmente están intentando venderla para las constructoras que se proponen invertir 10 billones de reales. Este será un crimen irreparable si llega a ser consumado. Y no quiero colaborar con la omisión. Por eso, estiro aquí mi pequeña onda.
Y 10 billones es más que suficiente para hacer que todos los escalones que están debajo de la Presidenta coman en la mano de esas súper-constructoras. Son las mismas que hacen la ingeniería política en nuestro desmoralizado parlamento y en nuestros palacios cojos de los gobiernos estaduales.
Contra las súper-constructoras, súper-empresas, necesitamos contar con una Súper Dilma, tan valerosa como Diadorim, “que nació para guerrear sin nunca tener miedo y para amar mucho sin tener gozo de amor”.
Espero que usted se sensibilice y que su nietecito Gabriel y sus descendientes puedan un día visitar la comunidad Dandara como modelo de gente simple viviendo dignamente y pasear por las áreas verdes del sanatorio, hoy, Asilo Boa Viagem para ancianos, disfrutando de las 72 nacientes dentro de la bella área verde que está en la salida de Belo Horizonte yendo hacia la ciudad de Santa Luzia, pudiendo decir: fue la abuela Dilma quien logró preservar esta belleza.
Estoy seguro de que mi primer pequeño pedido para grandes realizaciones será atendido con todo el vigor que la vida le concedió y devolvió, justamente para superar pequeños y grandes desafíos.
Comentarios