La revolución de los recolectores de basura

Publicado por Heliana Kátia Tavares Campos 29 de marzo de 2010

A revolução dos catadores

“Gandhi los llamaba «hijos de Dios», pero la realidad muestra que es como si fuesen hijos de un Dios menor”, José Kalapura

Por más de veinte años he acompañado la lucha, el trabajo, la perseverancia, la garra, la dignidad y la honradez de los recolectores de materiales reciclables, ¿o será que son recolectores de basura? Recolectarían materiales reciclables si fuesen papeles, cartones, metales, plásticos, limpios y dispuestos separadamente para la recolección, pero sacan la basura que llega a los basurales y a los galpones sucios de selección, mezclado con materia orgánica, comida, papel higiénico usado, etc. Del volumen que manosean, cerca del 40% tiene que ser enterrado.

La mayoría de las veces, los recolectores y recolectoras pasan desapercibidos en los basurales, en los galpones y en las calles, lo que incluso facilita el “robo” de la basura que podrá tener algún valor comercial.

Recolectan, transportan y venden. ¿Cómo recolectan? ¿Cómo transportan? Y, ¿Cómo comercializan? Como los “intocables” en India, que debido a su posición social cargan sobre sus cabezas las heces y orinas acumuladas por otros, los recolectores brasileños son muchas veces obligados a vivir en las calles, en terrenos baldíos, en los basurales, a trabajar en galpones que en su gran mayoría son insalubres, con iluminación precaria, instalaciones sanitarias inadecuadas, de forma que una simple vista de fiscalización sanitaria les impediría trabajar.

¿Cuál es la diferencia entre la situación actual y la de veinte años atrás? Hoy los recolectores poseen una organización envidiable, un movimiento nacional, líderes que dialogan directamente con los más altos escalones del gobierno federal, cuentan con la simpatía, el compromiso y la lucha del presidente Lula en su inserción, pero continúan en su gran mayoría como antes, sin las condiciones mínimas para el trabajo que ejecutan.

Los intocables de India constituyen un sector de la población condenada desde su nacimiento a cuidar de los servicios más repugnantes de la sociedad. Su principal tarea es cuidar de la limpieza de calles y letrinas. En Brasil, los recolectores, muchos de ellos hijos recolectores, transportan sus carritos al sol, bajo la lluvia, en calles congestionadas y en lugares solitarios, llevando sacos repletos de materiales reciclables, usando su fuerza física como tracción humana. Con ese trabajo precario contribuyeron para transformar a Brasil en el campeón mundial en reciclaje de aluminio.

Hace algunos años atrás en Rio de Janeiro, la Sociedad Protectora de Animales tomó acciones legales contra la Compañía Municipal de Limpieza Urbana – COMLURB, por transportar basura en un barrio de chabolas en el lomo de dos mulas que eran cariñosamente llamadas Domitila y Dona Beija. El asunto fue que la Sociedad Protectora de Hombres y Mujeres recolectores de materiales reciclables continúan construyendo galpones inadecuados y entregando la basura mal separada, mal acondicionada, para ser seleccionada en condiciones insalubres o permitiendo su presencia en basurales como el de la Vila Estrutural en Brasilia, Capital de la República Federativa de Brasil.

Por lo tanto, de la forma en que está siendo conducida, la recolección selectiva ha sido una catástrofe tanto en términos de sus resultados como en las condiciones en que la misma se realiza. Se vuelve necesario izar la bandera del respeto, de la eficiencia, eficacia y, sobretodo, de la efectividad del servicio que es responsabilidad del poder público municipal. Pertenece al propio movimiento nacional de los recolectores la afirmación publicada en un boletín del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada – IPEA, en un artículo sobre la crisis financiera mundial: “quien más sufrió con la crisis fueron los recolectores de materiales reciclables, la punta de una cadena productiva injusta, conocida como cadena productiva sucia – un sistema de producción que es sustentado por el trabajo precario de recolectores que ejercen la actividad sin ningún vínculo de empleo…” Ellos venden materiales reciclables para cementerios de fierro, pequeños y medianos, y hasta para redes de comercio de chatarra. Aparte del trabajo en condiciones precarias, hay casos de trabajos análogos a los de la esclavitud, servidumbre por deudas, arriendo de carros y trabajo infantil. Son situaciones que violan los derechos humanos de los recolectores, un dilema moral del sector del reciclaje que, en Brasil, a pesar de ser considerado uno de los mayores del mundo, aún es mantenido por la explotación de estos trabajadores. La industria del reciclaje en Brasil es abastecida por regiones de miseria esparcidas por todo el país”.

Entonces, con ingresos mensuales de hasta 120 Reales por mes, realmente se puede comparar el trabajo de algunos miembros de cooperativas con el trabajo de esclavos. Pagar por los servicios que ejercen los recolectores, como preconiza la Ley de Saneamiento, salarios justos y adecuados, además de propiciar que tengan la renta adicional de la venta de los productos del reciclaje, no es suficiente. Hay que invertir en formación, capacitación, tecnología y en un sistema operacional adecuado. Hay que realizar un trabajo diario de esclarecimiento a los ciudadanos acerca de la necesidad de un consumo sustentable, de la separación entre los residuos húmedos y secos y de la disposición para la recolección de una forma diferenciada. Hay, por lo tanto, que caminar en el sentido de aprovechar las oportunidades y las ganancias obtenidas hasta ahora, pero hay que avanzar mucho más, con la prestación de un servicio público esencial que no explote la mano de obra de los recolectores.

La recolección selectiva debe ser implantada de forma mecanizada, hecha por colectores uniformados, remunerados y con equipamientos de protección individual. Los galpones deben estar dotados con equipamientos de seguridad, con extintor de incendios, ventilación natural, iluminación adecuada, refectorios, armarios individuales para cada trabajador, con el número de baños y sanitarios previsto en la legislación. Hay que contratar profesionales que estudien e implanten el flujo de entrada y salida de los materiales de forma racional. Hay que tener itinerarios de recolección selectiva fijos con día y horarios definidos – de la misma forma que la recolección convencional – tener regularidad, puntualidad y eficiencia. Tener convenios con los recolectores para la ejecución de la recolección selectiva y al mismo tiempo dejarlos a merced de su propia suerte, con el apoyo eventual o esporádico del poder público sin un efectivo proceso de capacitación, sin una definición clara y objetiva de la función de los recolectores y del poder público, es hacer un discurso fácil de inclusión sin una real inserción. Por lo tanto, es necesario un proyecto serio para el fortalecimiento institucional de los órganos públicos gestores de la limpieza urbana.

El argumento de que la recolección de los residuos secos hecha en cada casa solamente se hace viable desde el punto de vista económico con la tracción humana hecha por los recolectores significa apostar al atraso y a la explotación de la mano de obra del propio poder público municipal. Si esa propuesta de trabajo en condiciones tan penosas fuese hecha por empresarios del sector, estarían todos gritando.

Es necesario creer en la ciudadanía del recolector, del ciudadano, y en la gestión pública de calidad. Hay que definir las reglas desde el punto de vista legal y fiscalizar para que los municipales las cumplan. No se debe jugar a hacer una recolección selectiva improvisada, sino implantar un servicio público de calidad, universalizado, generador de trabajo y renta dignos, movilizador de la sociedad para la tarea civilizadora del consumo sustentable y de respeto al medio ambiente. Van a ser necesarios proyectos que anhelen resultados concretos, con acciones públicas vigorosas y saltar de los tres a los sesenta kilos de residuos reutilizados por habitante/año en Brasil.

En este sentido, se debe borrar de una vez por todas la marca de la explotación que esclaviza a hombres y mujeres, y por el contario, proveerles opciones dignas de trabajo y renta compatibles con la noble, antigua y moderna tarea que ejecutan y que tantos beneficios trae para todo el país.

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