Ver

Publicado por Editor 24 de marzo de 2011

Lo verdadero es cuando el cuerpo entiende que puede ver. Sólo entonces él es capaz de saber que el mundo que vemos todos los días es simplemente una descripción. Con el fin de ver, la gente tiene que aprender cómo es que los brujos miran al mundo. Para ser brujo el hombre tiene que ser apasionado. Un hombre apasionado tiene bienes terrenales y cosas queridas… si no tiene nada más, el simple camino por el que anda.

Existen peligros innombrables en el camino del conocimiento para aquellos que no poseen una comprensión sobria. Estoy delineando el orden en la cual los nuevos videntes colocaron la verdad sobre la consciencia, de modo que te sirva como un mapa, un mapa que deberás comprobar con tu visión, pero no con tus ojos.

Veo de dos maneras, cuando quiero mirar el mundo, lo veo en la forma en que tú lo ves. Después, cuando deseo verlo, lo miro de la manera que yo sé y lo percibo de forma diferente. Las cosas no cambian. Somos nosotros los que cambiamos la manera de mirar, sólo eso. Siempre que tu miras las cosas no las ves. Sólo miras para ellas, supongo que para asegurarte de que hay alguna cosa ahí. Como no estás preocupado en ver, las cosas parecen las mismas cada vez que miras para ellas. Pero cuando aprendes a ver, por otro lado, una cosa nunca es la misma cada vez que la vez y sin embargo es la misma.

Cuando el hombre aprende a ver, él se encuentra solo en el mundo, sólo con la locura. Sus actos, así como los actos de sus semejantes en general, le parecen importantes porque aprendió a pensar que son importantes. Ciertas cosas en su vida le importan porque son importantes; tus actos ciertamente son importantes para ti, pero para mí ya no hay ninguna cosa importante, ni mis actos ni los de mis semejantes. Pero continúo viviendo porque tengo mi voluntad.

Ahora ya no me importa más el hecho de que nada me importe, porque fortalecí mi voluntad durante toda mi vida hasta tornarse limpia y sana. Mi voluntad controla la locura de mi vida. Aprendemos a pensar sobre todo y después ejercitamos nuestros ojos para que miren como pensamos al respecto de las cosas que observamos. Miramos para nosotros mismos ya pensando que somos importantes. ¡Y por eso tenemos que sentirnos importantes! Pero cuando el hombre aprende a ver entiende que no puede pensar más sobre las cosas que él mira, y si no puede pensar más en las cosas que mira, todo queda sin importancia.

Yo no dije sin valor. Dije sin importancia. Todo es igual, y de esa forma sin importancia. Por ejemplo, no hay forma de que yo diga que mis actos sean más importantes que los tuyos, o que una cosa sea más importante que otra; y, por lo tanto, todas las cosas son iguales, y siendo iguales son sin importancia. Otro ejemplo: necesitamos mirar con nuestros ojos para reír, porque sólo cuando miramos las cosas es que agarramos el lado divertido del mundo. Por otro lado, cuando nuestros ojos ven, todo es tan igual que nada es divertido.

Nuestros ojos miran de modo que podemos reír, llorar o regocijarnos, ponernos tristes o felices. Personalmente no me gusta ponerme triste, de modo que siempre que presencio alguna cosa que normalmente me entristecería me limito a mudar mis ojos y veo la cosa, en vez de simplemente mirarla. Pero cuando encuentro alguna cosa chistosa, la miro y me río.

El mundo cuando lo ves no es lo que piensas ahora. Es un mundo veloz que se mueve y modifica. Somos hombres y nuestro destino es aprender a ser lanzados a nuevos mundos inconcebibles. Ver es para hombres impecables. Si un hombre ve, no tiene que vivir como un guerrero, ni como cosa alguna, pues puede ver las cosas como son realmente y dirigir su vida de acuerdo a eso. Al aprender a ver el hombre se torna todo, tornándose nada.

Por decirlo de un modo, desaparece, y sin embargo permanece allí. Yo diría que esa es la ocasión en que el hombre puede ser o conseguir todo lo que desea. Pero no desea nada, y en vez de jugar con sus semejantes como si fuesen juguetes, él los encuentra en medio de su locura. La única diferencia entre ellos es que el hombre que ve controla su locura, mientras que sus semejantes no lo consiguen. Un hombre que ve deja de tener un interés activo por sus semejantes, ver ya lo desprendió de todo lo que conocía antes.

Todas esas personas son presas del engaño de que ver es función de los ojos. Ver no es cuestión de mirar y quedarse quieto. Ver es una técnica que tenemos que aprender. O tal vez sea una técnica que algunos de nosotros ya conocemos.

(Compilación Flórion)

Comentarios

Deja un comentario

banner

Fundação Metro

¡Haga clic aquí!