René Descartes – Frases – parte I

Publicado por Editor 14 de febrero de 2014

René Descartes (La Haye en Touraine, 31/03/1596 – Estocolmo, 11/02/1650), filósofo, físico y matemático francés.

Sabiduría

Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez.

Las pasiones son todas buenas por naturaleza y nosotros sólo tenemos que evitar su mal uso y sus excesos.

Dos cosas contribuyen a avanzar: ir más deprisa que los otros o ir por el buen camino.

Si no está en nuestro poder el discernir las mejores opiniones, debemos seguir las más probables.

La razón o juicio es la única cosa que nos hace hombres y nos distingue de los animales.

La filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres. El mayor bien que puede existir en un Estado es el de tener verdaderos filósofos.

No basta tener buen ingenio, lo principal es aplicarlo bien. Las almas más grandes son tan capaces de los mayores vicios como de las mayores virtudes, y los que andan muy lentamente pueden avanzar mucho más, si siguen siempre el camino recto, que aquellos que corren y de él se distancian.

Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor en el libro sólo ha puesto sus mejores pensamientos.

El que emplea demasiado tiempo en viajar acaba por tornarse extranjero en su propio país.

Los viajes sirven para conocer las costumbres de los distintos pueblos y para despojarse del prejuicio de que sólo en la propia patria se puede vivir de la manera que uno está acostumbrado.

La primera máxima de todo ciudadano ha de ser la de obedecer las leyes y costumbres de su país, y en todas las demás cosas gobernarse según las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso.

Mi tercera máxima era siempre intentar vencerme más a mí mismo que a la suerte y cambiar mis deseos más que el orden del mundo.

Basta tener buen juicio para hacer el bien, y juzgar lo mejor que nos sea posible para hacer también lo mejor que podemos.

Sólo deseo la tranquilidad y el descanso, que son los bienes que los más poderosos reyes de la tierra no pueden conceder a quien no los pueda tomar por sus propias manos.

Cuando se es demasiado curioso de cosas pasadas, es común quedarse ignorante de las presentes.

Podemos distinguir dos especies de cólera: una que es muy súbita y se manifiesta externamente, pero aun así tiene poco efecto y puede fácilmente ser apaciguada; y otra que inicialmente no aparece tanto, sin embargo, corroe más el corazón y tiene efectos más peligrosos.

Cuando recibo una injuria, necesito levantar mi alma tan alto que la ofensa no llegue hasta mí.

Aun los más perfectos espíritus tendrán necesidad de disponer de mucho tiempo y atención.

Virtudes

No hay alma, por poco noble que sea, que permanezca tan aferrada a los objetos de los sentidos que, a veces, no se aparte de ellos para desear un bien mayor.

Realmente es no valer nada el no serle útil a nadie.

El bien que hemos hecho nos da una satisfacción interior, que es la más dulce de todas las pasiones.

La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios.

Ironía, buen humor

No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente.

Sólo compete a los soberanos, o a los que por ellos son autorizados, el regular las costumbres ajenas.

Se desprecia a un hombre que tiene celos de la mujer, porque eso es testimonio de que él no la ama como debe ser, y que tiene mala opinión de sí mismo o de ella.

¡Mi único deseo es conocer el mundo y las comedias que en él se representan!

Dicen que el mono es tan inteligente que no habla para que no lo hagan trabajar.

Los malos libros provocan malas costumbres y las malas costumbres provocan buenos libros.

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