La última tarea

Publicado por Editor 22 de abril de 2013

El infinito está reivindicándote. Cualquier medio que él utilice para mostrarte eso no puede tener otra razón, otra causa, otro valor que no sea ese. Lo que debes hacer es prepararte para el ataque del infinito. Debes estar en un estado de preparación contínua para recibir ese golpe de enorme magnitud. Esa es la manera sana, sobria, con la que los brujos enfrentan el infinito.

Una vez que entres en el infinito no puedes depender de nadie para traerte de vuelta. Tu decisión es entonces necesaria. Solamente tú puedes decidir si vuelves o no. También debo advertirte de que pocos guerreros sobreviven a ese tipo de encuentro con el infinito. El infinito es increiblemente seductor. Un guerrero descubre que volver al mundo del desorden, de la compulsión, del ruido y del dolor es un asunto para nada atrayente. Debes saber que tu decisión de permanecer o volver no es una cuestión de decisión racional, sino una cuestión de intentarlo.

Si eliges no volver, desaparecerás como si la tierra te hubiera tragado. Pero si eliges retornar, debes apretar los cinturones y esperar como un verdadero guerrero-viajante hasta que tu tarea, cualquiera que sea, esté terminada, con éxito o con fracaso. El acuerdo es que permanezcas en la consciencia del mundo cotidiano. Es tiempo de que realices una tarea concreta, el último eslabón de una larga cadena; y debes hacerlo en tu mejor espíritu racional.

El soporte principal del guerrero es la humildad y la eficiencia, actuando sin esperar nada y aguantando todo lo que se coloque ante ti. Nosotros estamos solos. Esa es nuestra condición, pero morir solo no es morir en soledad. Olvida el yo, y tú no tendrás miedo de nada, cualquiera que sea el nivel de consciencia en que te encuentres.

La gran cuestión para nosotros, hombres, es nuestra fragilidad. Cuando nuestra consciencia comienza a crecer, ella crece como una columna, bien en el medio de nuestro ser luminoso, viniendo de la tierra hacia arriba. Esa columna debe alcanzar una altura considerable antes de poder confiar en ella. En ese punto de tu vida, como brujo, pierdes fácilmente el dominio de tu nueva consciencia. Cuando haces eso, olvidas todo lo que hiciste y viste en el camino del guerrero-viajante, porque tu consciencia retorna a la consciencia de tu vida cotidiana. Te expliqué que la tarea de todo hombre brujo es reivindicar todo lo que hizo y vio en el camino del guerrero-viajante, mientras estaba en otros nuevos niveles de consciencia. El problema de cada hombre brujo es que él fácilmente se olvida, porque su consciencia pierde el nuevo nivel y cae por tierra rápidamente.

Una regla de la brujería dice que los guerreros pagan elegantemente, generosamente y con inigualable facilidad cada favor, cada servicio prestado a ellos. De esa manera, se libran del peso de estar endeudados. Digamos lo siguiente. Para que yo pueda dejar este mundo y enfrentar lo desconocido, necesito de toda mi fuerza, toda mi paciencia, toda mi suerte; sin embargo, sobre todo, necesito de cada pedazo de los nervios de acero de un guerrero. Para permanecer aquí y viajar como un guerrero-viajante, necesitas de todo lo que yo mismo necesito. Aventurarse ahí afuera, como lo vamos a hacer, no es un juego, así como tampoco es un juego permanecer aquí.

Nunca vamos a estar juntos de nuevo. No necesitas más de mi ayuda; y yo no quiero ofrecerla más, porque si tú vales el pan que comes como un guerrero, me desdeñarás por ofrecerte eso. Después de un cierto punto, la única alegría de un guerrero es estar solo. No me gustaría tampoco que me ayudaras. Una vez que yo parta, me habré ido. No pienses en mí, pues yo no pensaré en ti. Si eres un guerrero digno, ¡entonces sé impecable! Cuida de tu mundo. Hónralo y guárdalo con tu vida.

Todo lo que hagas deberá ser un acto de brujería. Un acto libre de expectativas invasoras, de miedo de fallar, de esperanzas de éxito. Libre del culto al yo, todo lo que hagas deberá ser improvisado, un trabajo de magia donde estarás abierto libremente para los impulsos del infinito.

Llegó la hora de que pagues ciertas deudas que hiciste durante tu vida. No es que vayas a pagar todo completamente. No, pero debes hacer un gesto. Debes hacer un pago simbólico para reparar, para apaciguar al infinito. Esa tarea de pagar tus deudas no es guiada por ningún sentimiento que conozcas. Es guiada por el sentimiento más puro, el sentimiento del guerrero-viajante que está listo para zambullirse en el infinito, y un poco antes él vuelve y agradece a aquellos que le hicieron favores.

Debes enfrentar esa tarea con toda la seriedad que ella merece. Es tu última parada antes de que el infinito te trague. En realidad, a no ser que un guerrero esté en un sublime estado de ser, el infinito no lo tocará por nada de este mundo. Por lo tanto, no te ahorres, ni ahorres ningún esfuerzo. Continúa sin piedad, pero con elegancia, todo el camino hasta el final.

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