Epicuro – frases – parte I

Publicado por Editor 13 de agosto de 2013

Epicuro de Samos, filósofo griego (341-270 a.C.)

Felicidad, Riqueza

La riqueza exigida por la naturaleza es limitada y fácilmente arreglada; por el contrario, aquella que ambicionamos poseer en un deseo tonto, llega al infinito.

No sabemos elegir lo que nos traerá felicidad. Y lo que queremos no siempre es lo que necesitamos.

Lo esencial para nuestra felicidad es nuestra condición íntima, y de esta somos nosotros los señores. Un hombre es rico en proporción a las cosas que puede dispensar.

Por el miedo de tener que contentarse con poco, la mayoría de los hombres se deja llevar por actos que aumentan todavía más ese miedo.

Muchos de los que alcanzaron la riqueza no lograron un remedio contra sus males, sino que sólo los cambiaron por males aún peores.

Las personas felices recuerdan el pasado con gratitud, se alegran con el presente y encaran al futuro sin miedo.

El hombre sereno busca serenidad para sí mismo y para los otros.

Entre los hombres, en la mayoría de los casos, la inactividad significa torpeza, y la actividad, locura.

Si quieres la verdadera libertad, debes hacerte siervo de la filosofía.

Sólo hay un camino para la felicidad. No nos preocupamos con cosas que sobrepasan el poder de nuestra voluntad.

La necesidad es un mal, pero no hay necesidad de vivir en ella.

¿Quieres ser rico? Pues no te preocupes en aumentar tus bienes, sino con disminuir tu codicia.

Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco.

Aquél que mejor goza la riqueza es aquél que menos necesidad tiene de ella.

No tenemos tanta necesidad de ayuda de los amigos como de la certeza de contar con ellos.

La facultad de hacer amigos es por lejos la más eminente entre todas aquellas que contribuyen para la sabiduría de la felicidad.

Si no podemos vernos, intercambiar ideas, ni estar en compañía uno del otro, el sentimiento del amor se evaporará en poco tiempo.

El más bello fruto de la justicia; es la paz del alma.

Quien no considera lo que tiene como la mayor riqueza, será siempre infeliz, aunque se torne dueño del mundo.

Ávidos por los bienes distantes, no debemos despreciar los bienes próximos, recordemos que estos últimos también, otrora, fueron ansiosamente deseados.

Ataraxia: estado en que el alma, por el equilibrio y moderación en la elección de los placeres sensibles y espirituales, alcanza el ideal supremo de la felicidad: ¡La IMPERTURBALIDAD!

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