Cícero – Frases – parte III

Publicado por Editor 21 de noviembre de 2013

Conocimiento, Historia, Filosofía

Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas.

Una casa sin libros es un cuerpo sin alma.

Los libros son el alimento de la juventud.

La dedicación continua hacia un objetivo único logra frecuentemente superar la inteligencia.

La memoria disminuye… si no es ejercitada.

La historia es testigo de los siglos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera del pasado.

El primer deber del historiador es no traicionar la verdad, no callar la verdad, no ser sospechoso de parcialidades o rencores.

La naturaleza no nos permite conocer el límite de las cosas.

¡Oh filosofía, guía de la vida!

No saber lo que aconteció antes de tu nacimiento sería para ti lo mismo que permanecer como niño para siempre.

La filosofía es el mejor remedio para la mente.

No me avergüenzo de confesar aquello que ignoro.

Sócrates fue el primero en evocar la filosofía del cielo a la tierra, le dio la ciudadanía en las ciudades, la introdujo también en las casas y la obligó a ocuparse de la vida y de las costumbres, de las cosas buenas y de las malas.

Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y del mal.

No hay nada tan absurdo que no pueda ser dicho por un filósofo.

Gobierno, Justicia

Entiendo que los jefes deben reconducir todo a este principio: aquellos que ellos gobiernan deben ser tan felices como sea posible.

Justicia extrema es injusticia.

En el medio de las armas, se callan las leyes.

Para que podamos ser libres, somos esclavos de las leyes.

Que las armas cedan a la toga, el triunfo militar a la gloria cívica.

El presupuesto nacional debe ser equilibrado. Las deudas deben ser reducidas, la arrogancia de las autoridades debe ser moderada y controlada. Los pagos a gobiernos extranjeros deben ser reducidos si la nación no quiere tener déficit. Las personas deben, nuevamente, aprender a trabajar, en vez de vivir por cuenta pública.

En las divergencias civiles, cuando los buenos valen más que los muchos, los ciudadanos deben ser pesados, y no contados.

Prefiero la paz más injusta a la más justa de las guerras.

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