Aspectos de la fuerza rodante

Publicado por Editor 20 de marzo de 2013

La fuerza rodante es el medio a través el cual el Águila distribuye vida y consciencia. Pero es también la fuerza que por decirlo de alguna manera, cobra tributo. Es lo que hace morir a todos los seres vivos.

Pero la fuerza rodante no es tan mala. En verdad, es adorable. Los nuevos videntes recomiendan que nos abramos para ella. Los antiguos videntes también se abrieron para ella, pero principalmente por motivos y propósitos dictados por la vanidad y por la obsesión. Por otro lado, los nuevos videntes se tornaron amigos de ella. Familiarizan con esa fuerza, manipulándola sin ninguna vanidad. Las consecuencias son impresionantes.

La misma fuerza puede producir dos efectos diametralmente opuestos. Los antiguos videntes fueron aprisionados por la fuerza rodante, y los nuevos videntes son recompensados por sus esfuerzos con el presente de la libertad. Familiarizados con la fuerza rodante a través del dominio del intento, los nuevos videntes en un momento dado abren sus propios capullos y la fuerza los inunda en lugar de hacerlos enrollar como un armadillo escondido. El resultado final es su desintegración total e instantánea.

La obsesión de los antiguos videntes con la energía tumbadora los dejó ciegos para el otro lado de la fuerza. Los nuevos videntes, con su cuidado usual en rechazar la tradición se fueron al otro extremo. Al comienzo estaban totalmente en contra de enfocar su visión sobre la energía tumbadora; argumentaban que necesitaban comprender la fuerza de las emanaciones libres en su aspecto donador de vida y enriquecedor de la consciencia.

Percibieron que es infinitamente más fácil destruir alguna cosa que construir y conservar. Tomar la vida no es nada en comparación con dar y preservar la vida. Naturalmente, los nuevos videntes estaban equivocados al respecto, pero a su debido tiempo corrigieron su error.

Es un error aislar cualquier cosa para ver. Al comienzo los nuevos videntes hicieron exactamente lo opuesto de sus predecesores. Enfocaron con igual atención el otro lado del tumbador. Lo que les aconteció fue tan terrible como lo que les aconteció a los antiguos videntes, o tal vez peor. Tuvieron muertes estúpidas, exactamente como el hombre común. No poseían el misterio o la malignidad de los antiguos videntes, así como no poseían la búsqueda de la libertad de los videntes de hoy.

Los primeros nuevos videntes servían a todos. Por enfocar su visión sobre el lado donador de vida de las emanaciones, estaban repletos de amor y ternura. Pero eso no impidió que fueran tumbados. Eran tan vulnerables como los antiguos videntes llenos de morbidez.

Para los nuevos videntes de la actualidad, no llegar a nada después de una vida de disciplina y trabajo, exactamente como los hombres que nunca tuvieron un momento significativo en sus vidas, es intolerable. Estos nuevos videntes percibieron después de haber readoptado su tradición, que el conocimiento de los antiguos videntes sobre la fuerza rodante fue completo; en dado momento, los antiguos videntes concluyeron que realmente había dos aspectos diferentes de la misma fuerza. El aspecto tumbador está relacionado exclusivamente con la destrucción y muerte. El aspecto circular, por otro lado, es lo que mantiene la vida y la consciencia, la realización y el propósito. Sin embargo, eligieron lidiar exclusivamente con el aspecto tumbador.

Los videntes describen al tumbador como una línea eterna de anillos iridiscentes o bolas de fuego que ruedan incesantemente en la dirección de los seres vivos. Los seres orgánicos luminosos reciben la fuerza rodante de frente, hasta el día en que la fuerza se muestra excesiva para ellos y las criaturas finalmente entran en colapso.

Los antiguos videntes quedaron fascinados cuando vieron cómo el tumbador entonces los derriba y los hace rodar hacia el pico del Águila para ser devorados. Esa fue la razón de darles el nombre de tumbadores.

Mirando en grupos, los nuevos videntes fueron capaces de ver la separación entre los aspectos tumbador y circular. Vieron que las dos fuerzas están fundidas, pero no son la misma. La fuerza circular llega a nosotros un poco antes de la fuerza tumbadora; están tan próximas entre sí que parecen la misma.

La fuerza circular es una fuerza de las emanaciones del Águila. Una fuerza incesante que nos alcanza a cada instante de nuestras vidas. Es letal cuando es vista, pero de otro modo no la percibimos en nuestra existencia ordinaria, porque tenemos escudos protectores. Tenemos intereses absorbentes que ocupan toda nuestra consciencia. Estamos permanentemente preocupados con nuestro status y nuestras propiedades. Sin embargo, esos escudos no mantienen al tumbador alejado, simplemente nos impiden verlo directamente, protegiéndonos así de ser heridos por el terror de ver las bolas de fuego alcanzándonos. Los escudos son una gran ayuda  y un gran obstáculo para nosotros. Nos calman y al mismo tiempo nos engañan. Nos dan una falsa sensación de seguridad.

Las bolas de fuego son de crucial importancia para los seres humanos, porque son la expresión de una fuerza que se refiere a todos los detalles de la vida y de la muerte, algo que los nuevos videntes llaman fuerza rodante. De esas bolas de fuego sale un aro iridiscente exactamente del tamaño de los seres vivos, sean hombres, árboles, microbios o aliados.

La razón por la cual es llamada fuerza circular es porque llega en anillos, aros filiformes de iridiscencia. Son realmente muy delicados. Y exactamente como la fuerza tumbadora, alcanza a todos los seres vivos, sin cesar, pero con un propósito diferente. Los alcanza para darles fuerza, dirección y consciencia; para darles vida.

No me interpretes la pie de la letra. No existen exactamente círculos, sólo una fuerza circular que le da a los videntes que sueñan con ella una sensación de anillos. Y tampoco hay tamaños diferentes. Es una fuerza indivisible que se ajusta a todos los seres vivos, tanto orgánicos como inorgánicos.

Lo que los nuevos videntes descubrieron es que el equilibrio entre las dos fuerzas en todo ser vivo es muy delicado. Si en cualquier momento un individuo siente que la fuerza tumbadora lo alcanza con más fuerza que la circular, esto significa que el equilibrio fue afectado; de ahí en adelante la fuerza tumbadora lo alcanza con el impacto cada vez mayor, hasta romper la hendidura del ser vivo y hacerlo morir.

Los antiguos videntes se concentraron en el aspecto tumbador porque creían que sus vidas dependían de verlo. Estaban seguros de que su visión les daría respuestas a preguntas muy antiguas. Calcularon que si desvendaban el secreto de la fuerza rodante se volverían invulnerables e inmortales. La parte triste es que de algún modo desvendaron los secretos, pero aún así no se tornarnon invulnerables ni inmortales.

Los nuevos videntes cambiaron todo al percibir que el hombre no puede aspirar a la inmortalidad por poseer un capullo. Los antiguos videntes aparentemente jamás percibieron que el capullo humano es un receptáculo y no puede soportar indefinidamente el asalto de la fuerza rodante. A pesar de todo el conocimiento que habían acumulado, al final no se encontraban en una posición mejor, y tal vez estaban mucho peor que el hombre común.

Su intenso conocimiento los forzó a presumir que sus decisiones eran infalibles. Así, eligieron vivir a cualquier precio. Eligieron vivir. Así como eligieron tornarse árboles para poder aglomerar mundos con las grandes fajas intangibles. Quiero decir que usaron la fuerza rodante para mover sus puntos de encaje a posiciones de ensoñar inimaginables, en vez de dejarse rodar para el pico del Águila y ser devorados.

Basta el movimiento del punto de encaje para abrirse a la fuerza rodante. Si la fuerza es vista deliberadamente el peligro es mínimo. Sin embargo, una situación que es muy peligrosa es un movimiento involuntario del punto de encaje debido a la fatiga física, agotamiento emocional, a la enfermedad, o simplemente una crisis emocional o física menor, como el pánico o la embriaguez.

Cuando el punto de encaje se mueve involuntariamente la fuerza rodante hende el capullo. Hablé sobre una hendidura o brecha que el hombre tiene abajo del ombligo. No exactamente abajo del propio ombligo, sino en el capullo, a la altura del ombligo. La hendidura es como un tipo de depresión, una falla natural del capullo, cuyo resto de la superficie es liso. Es allá que el tumbador nos golpea incesantemente, y es en ese punto que el capullo se hende.

Cuando se trata de un pequeño movimiento del punto de encaje, la hendidura es muy pequeña, y el capullo se restaura rápidamente. Las personas sienten lo que todos sienten en alguna ocasión: ven manchas de color y formas contorsionadas que persisten incluso con los ojos cerrados.

Si el movimiento es considerable, la hendidura también es extensa y lleva algún tiempo para el capullo repararse. Es el caso de los guerreros que usan voluntariamente plantas de poder para provocar el movimiento, o de gente que toma drogas e inadvartidamente hace la misma cosa. En esos casos, las personas se sienten entorpecidas y frías; tienen dificultad de hablar o incluso pensar; es como si hubiesen sido congeladas de dentro hacia fuera.

En los casos en que el punto de encaje se mueve drásticamente por efecto de un trauma o de una enfermedad mortal, la fuerza rodante produce una enfermedad mortal, la fuerza rodante produce una rajadura a lo largo del capullo; el capullo se desmorona y se enrolla en sí mismo, y el individuo muere.

A medida que el tumbador nos alcanza repetidamente, la muerte va llegando a través de la hendidura. La muerte es la fuerza rodante. Cuando encuentra debilidad en la hendidura de un ser luminoso, automáticamente hace que ésta se abra, y el ser entra en colapso.

Todo ser vivo tiene una hendidura, claro. Si no la tuviese, no moriría. No obstante, las hendiduras son diferentes en tamaño y configuración. La hendidura del hombre es una depresión circular del tamaño de un puño, una configuración muy frágil y vulnerable. Las hendiduras de otras criaturas orgánicas son muy semejantes a la del hombre; algunas son más fuertes que la nuestra y otras más débiles. Pero la hendidura de los seres inorgánicos es realmente diferente. Es como un hilo alargado, un cabello de luminosidad; consecuentemente, los seres inorgánicos son infinitamente más durables que nosotros.

Hay alguna cosa infinitamente atrayente en la larga vida de esas criaturas, y los antiguos videntes no pudieron resistir a dejarse llevar por ese apelo.

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