Aprendiendo a Ensoñar

Publicado por Editor 24 de mayo de 2012

 

A medida que el tiempo pasaba y los nuevos videntes establecían sus prácticas, percibieron que bajo las condiciones prevalecientes de la vida, acechar movía muy poco los puntos de encaje. Para un efecto máximo, el acecho necesitaba una localización ideal, necesitaba de pequeños tiranos en posiciones de gran autoridad y poder. Se tornó cada vez más difícil para los nuevos videntes colocarse a sí mismos en tales situaciones, la tarea de improvisarlas o buscarlas se volvió una carga insoportable.

Los nuevos videntes juzgaron imperativo ver las emanaciones del Águila para encontrar una manera más adecuada de mover el punto de encaje. Cuando intentaron ver las emanaciones fueron confrontados a un problema serio. Descubrieron que no hay manera de ver las emanaciones sin correr un riesgo mortal y, sin embargo, tenían que verlas. Esa fue la época en que usaron la técnica de ensoñar de los antiguos videntes como un escudo para protegerse del golpe mortal de las emanaciones del Águila.

Al actuar así percibieron que es en verdad el modo más eficiente de mover el punto de encaje. Uno de los principios más estrictos de los nuevos videntes es el que los guerreros tienen que aprender a ensoñar mientras están en su estado normal de consciencia. Porque ensoñar es muy peligroso, y los ensoñadores muy vulnerables. Es peligroso porque tienen un poder inconcebible, torna a los ensoñadores vulnerables porque los deja a merced de la fuerza incomprensible del alineamiento.

Los nuevos videntes percibieron que en nuestro estado normal de consciencia tenemos incontables defensas que pueden resguardarnos contra la fuerza de emanaciones inusuales que súbitamente se alinean durante el sueño.

Ensoñar, así como acechar, comienza con una simple observación. Los antiguos videntes tuvieron consciencia de que en los sueños el punto de encaje se mueve ligeramente hacia la izquierda, de manera natural. El punto de encaje se relaja cuando el hombre duerme, y todos los tipos de emanaciones inusuales comienzan a brillar.

Los videntes quedaron inmediatamente intrigados con esta observación y comenzaron a trabajar con ese movimiento natural hasta tornarse capaces de controlarlo. Llamaron a ese control Ensoñar o arte de manejar el cuerpo soñador.

No hay forma de describir la inmensidad del conocimiento de los antiguos videntes sobre Ensoñar. Sin embargo, muy poco de éste tuvo alguna utilidad para los nuevos videntes. Así, cuando llegó el tiempo de la reconstrucción, los nuevos videntes conservaron sólo los elementos esenciales de Ensoñar para ayudarlos a ver las emanaciones del Águila y a mover sus puntos de encaje.

Los videntes, antiguos y nuevos, comprenden el Ensoñar como el control del movimiento natural que el punto de encaje sufre durante el sueño. Controlar esa mudanza no quiere decir de ningún modo dirigirla, sino mantener el punto de encaje fijo en la posición para donde se mueve naturalmente durante el sueño, maniobra extremadamente difícil que exigió un enorme esfuerzo y concentración por parte de los antiguos videntes.

Los ensoñadores necesitan alcanzar un equilibrio muy sutil, pues los sueños no pueden sufrir interferencia, así como no pueden ser comandados por el esfuerzo consciente del soñador. Por otro lado, el movimiento de los puntos de encaje debe obedecer al comando del ensoñador – una contradicción que no puede ser racionalizada, pero que necesita ser resuelta en la práctica.

Después de observar a los ensoñadores mientras dormían, los antiguos videntes encontraron la solución, dejando seguir a los sueños su curso natural. Habían visto que en algunos sueños el punto de encaje del ensoñador penetraba considerablemente más profundo en el lado izquierdo que en otros. Esa observación les hizo pensar si es que es el contenido del sueño el que hace moverse al punto de encaje, o si el propio movimiento del punto de encaje produce el contenido del sueño al evitar emanaciones inusuales.

Luego percibieron que es el movimiento del punto de encaje hacia el lado izquierdo el que produce los sueños. Cuanto más amplio es el movimiento, más vívidos y bizarros ellos son. Inevitablemente, intentaron comandar sus sueños, anhelando hacer que sus puntos de encaje se moviesen más profundamente hacia el lado izquierdo. Al intentarlo, descubrieron que cuando los sueños son manipulados consciente o semi-conscientemente, el punto de encaje retorna inmediatamente a su lugar usual, el de la racionalidad. Como deseaban que ese punto se moviese, llegaron a la inevitable conclusión de que interferir con los sueños era interferir con el movimiento natural del punto de encaje.

Los antiguos videntes continuaron desarrollando su impresionante conocimiento sobre el asunto – un conocimiento que tenía un valor tremendo para lo que los nuevos videntes aspiraban hacer con el sueño, pero que les era de poca utilidad en su forma original.

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