Una pálida luna

Publicado por Antonio Ângelo 20 de enero de 2014

Una luna de cobre enorme
brilla encima de las montañas
por los rincones de Sabará.
Arcos del viaducto de la Floresta
calcan las curvas en el claro cielo.
El Sputnik allá arriba
se desliza entre estrellas.

Los tejados de Santa Teresa
en triste alegoría de abandono
restablecen el olvido – limo y hiedras.
Estudiantes pobres suben la Bahia
en busca de cervezas mal heladas
e insulsas papas fritas.

Su perfil de estatua griega
y mirada de misterios madrugadores…
Camino afuera del viaducto,
pasos inciertos, inseguros,
en precario equilibrio.

¿Dónde volitas entre sábanas
en camas de tosca carpintería?
Inconsistencia de abrazos,
¿pelusa de vientre desnudo?

Desde abajo viene el mal olor del Arrudas,
a la derecha árboles del Parque Municipal
reflejan la luz de la luna.
Nauseas… Sigo adelante rumbo al sueño
que no me lanzará sus anclas.

¿Intentar escapar al desaliento?
Rebrillan en chispas bajo el viaducto
las lengüetas de los rieles ferroviarios.

Adivino vacíos, desiertos,
mi destino en la próxima estación.
Y – semejante al cuervo de Pöe –
diviso en las letras de un letrero:
– No la tendrás más, nunca más.

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