Emancipación de la Mujer

Publicado por Edmeia Faria 4 de marzo de 2013

 

Un artículo sobre la emancipación de la mujer. Fuerte y tal vez fuera de moda. Creo que va a carecer de una reescritura. Iba a rever. Como está llegando el día de la mujer y estoy saliendo de viaje, envío como en el original escrito en el Siglo pasado. Jaaaaa. ¡Ufa! Hablando así, me siento con doscientos años. Pero es eso: ya vamos adelantados en el Nuevo Siglo, para no hablar del Nuevo Milenio, ¡que ya no es así tan nuevo!

Es un Milenio adolescente, de poco juicio, siguiendo a las masas, muriendo en holocausto en la búsqueda del placer, en la guerra del tránsito, del tráfico desfilando anoréxico(a) , confundiendo los sexos…

¡¡¡Uy!!! Ahí hay un buen comienzo para el próximo artículo. Ya están pidiéndome que baje.

Espero que les guste, al final la situación de la mujer no cambió mucho en este tiempo.

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”

(Lucas 23;34)

Nunca un asunto tan mal conocido ocupó tanto espacio en el mundo como el de la emancipación de la mujer. Nadie se quedó indiferente al movimiento: hombres, mujeres, jóvenes y hasta niños, todos son a favor o en contra. Todos defienden o combaten a fierro y a fuego los derechos de la mujer. Sin embargo, ¿qué derechos son esos? ¡Es lamentable la deturpación de un asunto tan grave! ¡Tan urgente! No es de extrañar que la mujer, en nombre de una libertad aparente y falsa se haga cada vez más esclava, arrastrando consigo al hombre, al mundo entero, a la esclavitud.

Los que “colocan la boca en el trombón” son, muchas veces, las consciencias más entorpecidas. Machistas y feministas exasperados, de letrero y piedra en mano, ni siquiera saben el origen del movimiento. No saben ni quieren saber:

–        Que Dios al crear el mundo, creó al hombre a su imagen y semejanza. Y lo creó hombre y mujer. Por amor y para el amor. Iguales en derechos (todos los derechos, sin excepción), diferentes, sin embargo, en cuerpo y espíritu; con funciones, encantos y encantamientos propios, a traicionarse recíprocamente, para amarse, darse, uniendo y completándose el uno en el otro.

–        Que la emancipación de la mujer surgió con el advenimiento de la segunda guerra mundial, como imposición del momento; el hombre a destruir, a matar y a morir en los campos de batalla. La mujer desamparada. Sola, con los viejos y los niños. Tenía que arreglárselas. Tenía que conciliar las tareas domésticas, para cultivar el campo, dándole de comer a quien moría de hambre. Tenía que recomponer el pilar afectado de su hogar. Tenía que educarse, para educar, sola, al hijo del hombre. Tenía que asumir en la fábrica un papel decisivo en la industrialización de la sociedad.

–        Que el Movimiento Feminista surgió de la opresión; la mujer recibiendo por el mismo trabajo un salario inferior al del hombre, la gestante despedida sin ninguna consideración; el ascenso concedido no a las más competentes, sino a aquellas que se sometíam y eran aprobadas en el test del sofá, esto es, a las que se entregaban y agradaban al patrón en la cama.

–        Que las primeras feministas reivindicaban un salario justo, condiciones dignas de trabajo, jardines infantiles para sus hijos, derecho a educación y participación en los destinos de la humanidad.

–        Que el Día Mundial de la Mujer fue instaurado en homenaje a 129 mujeres, quemadas vivas sin piedad por hacer una huelga reivindicatoria, presas en el galpón de la fábrica donde reconstruían al hombre y al mundo.

Duele ver una causa tan noble irse deturpando hasta constituir el caos en que vivimos. La guerra de los sexos es más preocupante que la guerra nuclear. Pues esa es tal vez la consecuencia de esa otra. Es la guerra de los sexos la generadora de los mayores conflictos interiores y exteriores; de los grandes disturbios emocionales y afectivos, de los desvíos de conducta, de la inversión de papeles y de valores morales y espirituales. Es la guerra de los sexos la directa responsable por el número vertiginosamente creciente de madres solteras (la mayoría todavía casi niñas, madres accidentales), de menores abandonados, de delincuentes juveniles; del uso indiscriminado del aborto y de drogas tales como alcohol, psicotrópicos y sexo.

Es urgente que el hombre y la mujer se den las manos, levantando la bandera de la paz, pues el hombre sin la mujer es la semilla lanzada fuera de la tierra. Y la mujer sin el hombre es la rosa deshojada al viento. ¿Y qué es la semente desnuda? ¿Qué son los pétalos rodando por el suelo?

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