Crónica del Nuevo Milenio

Publicado por Edmeia Faria 30 de julio de 2013

Sentada en la Plaza da Liberdade, tomando un solcito de invierno. Un viejito viene a sentarse a mi lado. Comienza una conversa. El celular toca. Lo saca del bolsillo. Abre. Escucha. Despide. Corta. “Mi hija. Es la segunda vez que me llama. No sé por qué. ¡A ella no le importo! Los hijos crecen y se olvidan del padre. La otra va a mi casa una vez al año. ¿Sabe cuándo? En enero. Lleva a la perrita para que la cuide y así ella poder viajar. Laila es la niña. Mi nietita. Nueve años. Todo mes, el día que recibo mi dinero, compro unas cositas y se las llevo. No es que lo necesite. Mi hija y mi yerno están muy bien. Los dos tienen un buen empleo. Tienen apartamento y coche… La niña tiene de todo. Pero yo le llevo unas cositas que le gustan. O dinero para que ella misma compre. Ayer llevé los cuarenta reales, pero me olvidé de dejarlos con la empleada. Voy a llevarlos de nuevo. A la hora que ella esté en casa. La semana que viene van a viajar. Ellos viajan mucho. Pero me pondría feliz. Crié a los cuatro. Solo. No estoy reclamando. ¡Pero es difícil! Da trabajo. Preocupación… Es caro. Yo era funcionario público. No ganaba mucho. Y corría para allá y para acá. Llevar a la escuela, llevar al parque, al médico, al dentista. Se les olvida, ¿cierto? Estoy hablando demasiado. Vivo solo. No tengo con quién conversar. Bajo. Me quedo conversando con los porteros. Ahora la administradora les prohibió a los porteros conversar conmigo. A ella no le gusta verme sin trabajar. En la portaría. En mi edificio viven ocho viejitas. No me hablan. Se incomodan con todo lo que hago. Deben creer que soy un vagabundo. Porque no trabajo. Deben creer que vivo solo, porque soy malo, me separé de mi mujer y abandoné a la familia. Y por eso ahora nadie me viene a ver. No le simpatizo a nadie. ¡Bien hecho! Deben pensar. Yo no soy vagabundo. Soy jubilado. En Brasil le dicen vagabundos a los jubilados. Trabajé 35 años. Crié a mis hijos solo. Padre y madre. Yo no abandoné a mi mujer. Ella fue quien se fue de casa. Con un juez. Los niños se quedaron conmigo. Determinación de otro juez. Seis años, la más vieja. ¡Mi mujer era liiiiiiinda! Me engañaba. Y yo no sabía. No veía. No vemos. ¡¡¡¡Ella era liiiiiinda!!!! Sólo andaba con hombres ricos. De autos grandes. Estoy hablando demasiado. Vivo solo. Casi ni vengo aquí. Por la rodilla. Me duele mucho. Yo gané peso. Falta de ejercicio. Por culpa de la rodilla. Hoy tomé el microbús y vine. Mi apartamento es muy frío. No le llega sol. Los del frente reciben un solcito, pero los del fondo… El médico me dijo que es necesario tomar sol. Sol es remedio. Tiene vitamina que no se encuentra en ningún alimento, en ningún medicamento. Es necesario tomar sol. Yo solía bajar y sentarme en la placita. Pero allá tampoco llega sol. Y el viento… dicen que dos cosas nos matan: el viento por la espalda y la suegra por enfrente. (Risas). Voy a ver si vengo más aquí. Más tarde. Hay un bus que me deja allí. Cerquita. A la vuelta hay una parada casi en la puerta. No tengo que caminar mucho. Más de siete años sufriendo con la rodilla. Mañana voy a hacerme una infiltración. Mi prima ya lo hizo. Hace un año y tanto. Dice que mejoró bastante. Estoy esperando para operarme. Ya debería haberme operado. Hace cinco años. No tengo a nadie que se quede conmigo. Vivo solo. Pago arriendo. Sólo de remedios gasto más de quinientos reales por mes. Nos jubilamos, el salario se va yendo… Yo soy de la red federal. Mejor que la jubilación de profesor. Pero no alcanza. Todo sube todos los días. El salario de los jubilados, congelado. Cuando sube, es bien poquito. No alcanza para nada. Un acompañante está cobrando ciento y treinta reales por día. La cirugía de rodilla necesita reposo. Unos treinta días. 30×130… Después viene la kinesioterapia. Mi hija menor me dice que espere. Hasta enero. Ella va a tener vacaciones. Y viene a quedarse conmigo. Esperar hasta enero… ver cómo está hasta esa fecha. La psicóloga dijo que yo me olvidé de mí. Sólo viví para mis hijos. Hoy ellos están bien. Y yo no tengo nada. Ella dijo eso. Ni un apartamento me acordé de comprar. Pero son hijos, ¿no? Yo era padre y madre. Funcionario público. Gracias a Dios ya todos estudiaron. Casados. Muy bien en la vida. Todos tienen apartamento, coche… viajan mucho. Yo tengo una nieta que vive en Estados Unidos. Está muy bien allá. Tiene una niñita liiiiiiiiinda. Mi bisnieta. Una gracia… Pero viven allá. Casi no vienen. Estoy hablando demasiado. Es malo vivir solo. Nadie en el edificio conversa conmigo. Aparte de las viejitas, el resto son todos estudiantes. Jóvenes que vienen de interior. Salen en la mañana y llegan en la noche. Hay una joven que pasa y me habla. 23 años. Liiiiiiiiiinda. Dice que yo soy su amigo. El amor de su vida. Le dije que estaba enamorado de ella. Por la forma en que me trata. De las cosas que me habla. Se ofendió. Dijo que retira todo lo que dijo hasta ahora. Pero creía que yo le gustaba mucho. Igual a mí me gusta. Ahora pasa callada. Ni me saluda más. Con su sonrisa bonita y su alegría. No era necesario. Podría haber hablado sobre nuestras diferencias. Pero pensé que yo le gustaba. Dijeron que el que está equivocado soy yo. Está lleno de jóvenes bonitos, de hombres jóvenes con coche por ahí. ¡Y ella es liiiiiiiinda! ¿Por qué iba a querer estar conmigo? Besar mi boca… el amor entra por los ojos y por la boca. Por eso las prostitutas no dan besos. ¡Sí! Yo fui un tonto. Pero ella es liiiiiiiiiinda. Y hablaba algunas cosas conmigo… de una forma… Yo pensé que también estaba enamorada. ¡Sí! Fue una estupidez mía. Ella es igual a mi mujer; ¡liiiiiiiiiiiinda! Sólo anda con hombres ricos. De coches grandes. El pastor de la iglesia viene todas las noches en un coche grande. La recoge y se la lleva. Para estudiar la biblia. Vuelven en la tarde. A veces ella sube. Va a dormir con el joven del piso de arriba. ¡Ella es liiiiiiiiiiinda! Igual que mi mujer. (…) Es malo vivir solo. Tengo teléfono. Mi hija habla, cualquier cosa, llamar. Yo, por lo menos, todavía me las arreglo solo. Pero si pasa alguna cosa… Una persona desmayada no habla, ni llama por teléfono. La semana pasada en mi edificio, una viejita de 92 años se cayó en el baño. Vivía sola. La encontraron tres días después. Muerta. Tiene hijos. Todos titulados. Buen trabajo. Apartamento en el Barrio Balvedere. Le pagaban el arriendo. Traían cosas. Pero vivía sola. No había lugar en su casa. No hay lugar para nosotros en la casa de los hijos. Yo nunca almorcé en la casa de uno de mis hijos. Dicen que es necesario, que yo debería ir. No voy. Nunca me invitaron. Estoy hablando demasiado. Pero yo vivo solo… Ahora está más templado. Esta plaza es buena. Voy a intentar venir más aquí. Por la tarde. Tomo el microbús. Y vengo.”

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