La decisión del espíritu

Publicado por Editor 22 de agosto de 2013

La decisión del espíritu es otra sutileza. Las historias de brujería son construidas alrededor de ella. El conocimiento silencioso es una posición general del punto de encaje, que tiempos atrás había sido la posición normal del hombre, pero por razones que serían imposibles de determinar, el punto de encaje del hombre se movió de ese lugar específico y adoptó uno nuevo, llamado razón.

No todo ser humano es un representante de esa nueva posición. Los puntos de encaje de la mayoría de nosotros no están localizados exactamente en el lugar de la propia razón, sino en una zona aledaña inmediata. Lo mismo ocurre en el caso del conocimiento silencioso: no todos los puntos de encaje de los seres humanos están exactamente en esa misma localización.

El lugar de la no piedad, siendo otra posición del punto de encaje, es el predecesor del conocimiento silencioso. Otra posición perteneciente al punto de encaje, llamada el lugar de referencia, es el predecesor de la razón.

La idea de lo abstracto, del espíritu, es el único factor importante. Abstraerse significa hacerte disponible al espíritu, estando consciente de él. Una de las cosas más dramáticas al respecto de la condición humana es la conexión macabra entre la estupidez y la auto reflexión. Es la estupidez que nos fuerza a descartar cualquier cosa que no se conforme con nuestras expectativas auto reflexivas. Por ejemplo, como hombres comunes, somos ciegos a la más crucial pieza de conocimiento disponible al ser humano: la existencia del punto de encaje y el hecho de que éste puede moverse.

Para un hombre racional es impensable que haya un punto invisible donde la percepción es aglutinada. Es todavía más impensable que tal punto no esté en el cerebro, en el caso que él fuese a meditar sobre su existencia.

El hombre racional se agarra firmemente a su auto imagen debido a su ignorancia abismal. Ignora, por ejemplo, el hecho de que la brujería no es un conjunto de encantamientos y trucos, sino la libertad de percibir, no sólo el mundo, aceptado como es, sino que todo el resto que sea humanamente posible.

La estupidez del hombre común es más peligrosa. Él tiene miedo de la brujería. Él tiembla ante la posibilidad de libertad. Y la libertad está en la punta de sus dedos. Es llamada tercer punto de referencia y puede ser alcanzada tan fácilmente como mover el punto de encaje.

No necesitamos ser estudiantes de brujería para mover nuestro punto de encaje. Algunas veces debido a circunstancias naturales, aunque dramáticas, tales como la guerra, las privaciones, enfermedades graves, el stress, la fatiga, la tristeza, la impotencia, los puntos de encaje de los hombres tienen profundos movimientos.

Esta es otra contradicción de los brujos: a pesar de ser muy difícil, es la cosa más simple del mundo. Ya te dije que una fiebre alta puede mover el punto de encaje. El hambre, o el miedo, o el amor, o el odio pueden hacerlo; el misticismo también, y así como el intento inflexible, que es el método preferido de los brujos.

Si los hombres que se encuentran en tales circunstancias fuesen capaces de adoptar una ideología de brujo, serían capaces de maximizar aquel movimiento natural sin problemas. E irían a buscar y encontrar cosas extraordinarias en vez de hacer lo que los hombres hacen en tales circunstancias: ansiar por el retorno a la normalidad.

Cuando el movimiento del punto de encaje es maximizado, tanto el hombre común como el aprendiz de brujo se tornan un brujo, porque al maximizar ese movimiento, la continuidad es desmantelada sin posibilidad de retorno.

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