Virtudes (1)
Todo aquél que ante una ganancia eminente piensa en igualdad, aquél que frente al peligro está preparado para sacrificar su propia vida, y aquél que no olvida un viejo acuerdo independientemente del tiempo en que fue firmado – debe ser reconocido como alguien completo.
Examina bien tus pensamientos y, si los vieras puros, puro será también tu corazón.
Coloca la lealtad y la confianza encima de cualquier cosa; no te alíes a los moralmente inferiores, no receles corregir tus errores.
El sabio se avergüenza de sus defectos, pero no se avergüenza de corregirlos.
El pródigo es arrogante y el avaro es mezquino. Es preferible la mezquindad a la arrogancia.
La virtud está en el medio. Quien la sobrepasa no logra más que los infelices, privados de alcanzarla.
Sobrepasar los límites no es un error menor que quedar abajo de ellos.
Quien se modera raramente se pierde.
El hombre sin constancia no puede ser consolador ni médico.
Superior es el hombre que pone en práctica sus palabras y en seguida habla de acuerdo con sus acciones.
Mil días no bastan para aprender el bien, pero para aprender el mal, una hora es suficiente.
Cuando veas un hombre bueno, intenta imitarlo, cuando veas un hombre malo examínate a ti mismo.
Palabras rebuscadas y ropas insinuantes raramente son asociadas a la virtud verdadera.
El hombre de palabra fácil y personalidad agradable raras veces es hombre de bien.
Quien no conoce el valor de las palabras no sabrá conocer a los hombres.
No hables bien de ti a los otros, pues no los convencerás. También no hables mal, pues te juzgarán mucho peor de lo que eres.
El silencio es un amigo que nunca traiciona.
Es más fácil vencer un mal hábito hoy que mañana.
La humildad es el fundamento básico de todas las virtudes.
La sinceridad es el principio y el fin de todas las cosas, sin sinceridad nada sería posible…
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