Por un nuevo Bolsa Familia – parte 4

Publicado por Denise Paiva 3 de marzo de 2010

Por um novo Bolsa Família – parte 4

En 1993, el gobierno de Itamar Franco lanzó el Mapa del Hambre coordinado por la socióloga e investigadora del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada – IPEA – Anna Peliano, estimándose que 32 millones de brasileños vivían en la miseria. Tal mapa se transformó en un importante diagnóstico de la pobreza en Brasil y en un notable instrumento de movilización del gobierno y de la sociedad. Este cálculo fue hecho con indicadores, sobretodo del costo de la cesta básica y la relación con otros ítems vitales para la sobrevivencia humana. Cada municipio brasileño tenía la estimación del número de personas que serían capaces de recibir acciones de solidaridad, del tipo “Navidad sin Hambre” y de la inclusión prioritaria en las políticas públicas sociales. Primera sugerencia: pidamos al IPEA la actualización del Mapa del Hambre.

No es más difícil de lo que ya fue en el pasado estimar el número de brasileños que deberían ser participantes de un amplio programa de integración por la “renta mínima” o “bolsa familia” o cualquier otra denominación. Dejemos a los profesionales del marketing que escojan el mejor nombre que exprese el nuevo contenido del programa.

La cuestión fundamental no es el nombre, incluso puede continuar siendo Bolsa Familia, pero debe haber una mudanza en su lógica de gestión para invertir los mecanismos, los procedimientos, en fin, la cultura inmanente de manutención y reproducción de la pobreza.

Por um novo Bolsa Família – parte 4

Estimaciones anuncian que un programa de renta mínima no necesitará sobrepasar los 20 millones de beneficiarios y deberá ser pensado para un plazo de 10 años. Esta es una hipótesis, pero sus impactos podrán ser visibles en las Olimpiadas del 2016, cuando las miradas del mundo entero estarán más que nunca enfocadas en Brasil.

La revisión del programa debería tener dos grandes vertientes:

1ª vertiente: Para la población de la calle, personas sin domicilio, sin documentos, migrantes carentes, con dificultades psicosociales de inserción en el mercado de trabajo, y que necesiten de cuidados en una perspectiva de derechos humanos y/o ayuda humanitaria.

Un porcentaje de los recursos destinados a este programa sería para crear una retaguardia de servicios públicos, eficientes, gratuitos o con participación pecuniaria simbólica, administrados por la municipalidad de forma directa o en asociación con la red asistencial comunitaria y filantrópica. Restaurantes, casas para pernoctar, tickets de transporte, baños públicos, en especial en las grandes y medias ciudades.

La población podría de forma solidaria, voluntaria y suplementaria participar de este esfuerzo adquiriendo, por ejemplo, en las casas de loterías, un bono con el valor simbólico de 1 real que donaría al pedidor de la calle en vez de hacerlo a través de la tradicional limosna.

La red de retaguardia tendría centros de convivencia, de encaminamiento, de servicios profesionales de psicólogos, asistentes sociales, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, que acompañan a estas personas, en general con tenues lazos de integración social para rehacer proyectos de vida.

Esta retaguardia necesitaría establecer un diálogo y una integración con los servicios de salud enfocados a la atención de dependientes químicos y de portadores de trastornos mentales que viven en las calles.

Las Guardias Municipales, especialmente en los grandes centros urbanos, podrían tener un papel estratégico en las puertas de entrada en el mencionado sistema. Debería promover un programa de “Guardianas”, de preferencia con mujeres capacitadas como educadoras sociales para promover el abordaje adecuado y el encaminamiento de esa población de la calle a la red de servicios y protección social.

Actuar de forma efectiva junto a la población de la calle, a los que piden, los desamparados, a los que se mezclan con la basura urbana, sería un incentivo directo para la inversión en turismo, en especial en los grandes centros como Rio de Janeiro. El “Sistema S”, que es el conjunto de entidades corporativas empresariales con su atención dirigida al entrenamiento profesional, asistencia social, consultoría, investigación y asistencia técnica, en su componente de comercio y servicios sería un socio potencial en esta tarea que lo beneficiaría directamente. Esa red de retaguardia de servicios tendría un carácter permanente y debería tener puestos de atención en estaciones rodoviarias, de tren, de metro y en otras áreas urbanas de concentración de tránsito de la población, incluyendo hospitales públicos.

Por um novo Bolsa Família – parte 4

 

2ª Vertiente. Implicaría una refundación/recreación del Bolsa Familia, incorporando los principios del Programa de Renta Mínima del Senador Eduardo Suplicy, alterando y perfeccionando algunos mecanismos para que se constituya de hecho en un instrumento de emancipación, integración al trabajo, crecimiento profesional y tenga impacto en el ahorro nacional, en el aumento de la renta formal, en el crecimiento económico de modo general y no solo en el consumo y en la protección social minimalista como comprobadamente viene siendo practicado.

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Algunas sugerencias para provocar el debate:

El programa debería introducir durante aproximadamente 10 años un contingente poblacional que se encuentra debajo de la línea de la pobreza con X reales mensuales, o cuotas trimestrales o semestrales, guardadas en una Libreta de Ahorros programada en la CEF, Caja Económica Federal, o en otra institución de crédito oficial, como el Banco do Brasil, Banco do Nordeste, etc., en un monto de cerca de $1000 Reales/año.

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Es importante que los beneficiarios puedan sacar cuantías diferentes en tiempos distintos que correspondan a sus necesidades, no solo de costeo, sino también de inversión. Necesidades como comprar una herramienta, adquirir semillas, abono para la tierra, libros, etc. Agentes de crédito serán creados y capacitados para orientar específicamente a los beneficiarios del programa y habrá en cada agencia un sector específico para tal finalidad, con amplia posibilidad de acceso. Sobre las cuentas de ahorro no habrá impuestos. La CEF deberá crear un programa específico para atender la demanda de los beneficiarios del programa.

Por um novo Bolsa Família – parte 4

Completado un año de participación en el Programa, el beneficiario, en la propia institución financiera donde recibe y tiene una mejor orientación para la aplicación del beneficio, llena un formulario con diferentes cuestiones, cada cual con una puntuación, que tiene un valor agregado de X reales en el subsidio, pudiendo llegar a un aumento de hasta $100 reales en el beneficio para el año subsiguiente. El hecho del beneficiario mejorar su calidad de vida será premiado por el programa. En ninguna situación quien fue incluido perderá el beneficio, a no ser en casos de fraudes que deberán ser fiscalizados por un programa de control específico.

Indicadores de mejoría de la calidad de vida que asegurarán la mantención y la “promoción” en la participación del Programa:

– Empleo con documento firmado;

– Desempeño escolar para sí o para dependientes encima del promedio global 8,0;

– Diploma de curso profesional;

– Mejora en las condiciones de habitación: estética, confort, saneamiento;

– Producción de verduras, legumbres y economía de subsistencia en terrenos propios o comunitarios;

– Tener libreta de ahorros o similar;

– Cuidados con la propia salud y de los hijos, como exámenes preventivos, tarjetas de vacunación, etc.;

Será necesario establecer un conjunto de indicadores que expresen el aumento de la calidad de vida y de inserción en el mundo laboral y de la economía.

Mientras sea difícil medir y estandarizar, sería ideal dejar algunos ítemes para algo que generó una mejora en la vida o promovió más felicidad, especialmente a través de la inserción al mundo de la cultura y/o del cooperativismo, de forma bien creativa. Por ejemplo: desfiló en la Escuela de Samba, participa de la Junta de Vecinos, etc…

Estas reflexiones que compartimos son fruto de un proceso de evaluación a partir de nuestra experiencia profesional, como también de la indignación de ver una empleada doméstica rechazar la firma de su documento de trabajo para no perder el beneficio de la LOAS, Ley Orgánica de Asistencia Social, en función de una hija con deficiencia.

Es evidente la dificultad de tener mano de obra disponible, especialmente en las áreas rurales después del Programa Bolsa Familia. Esto no significa que las condiciones de semiesclavitud, fundamentalmente en la zona rural brasileña, no necesiten pasar por procesos de transformaciones profundas. Mudar el modelo de semiesclavitud por un asistencialismo no transformador es una falsa solución, una ilusión pura y simple, que con certeza traerá consecuencias perversas a mediano y largo plazo.

La cuestión filosófica de fondo que empaña el programa Bolsa Familia es el sentido de posesión y de miedo a la pérdida. Si trabajar y mejorar la calidad de vida implica perder el beneficio, es comprensible desde el punto de vista humano el instinto de preservarlo. Y ahí hay otro dicho popular: “más vale un pájaro en la mano que cien volando”. En este paso el programa Bolsa Familia en vez de ser el bus de la historia, pasa a actuar a contramano: enemigo del trabajo, del desarrollo, amigo del feo y del pobre y no de la belleza, de la riqueza y de los talentos… “La gente es para brillar, ¡no para morir de hambre!” como dijo Caetano Veloso.

Las políticas sociales deben ser inductoras del desarrollo económico.

“Es siempre más ventajoso trabajar en relación a no trabajar”

(Senador Eduardo Suplicy- 1992)

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