La copa imaginaria

Publicado por Antonio Carlos Santini 6 de febrero de 2013

 

Todos ya oyeron decir… Pero no es la misma cosa “oír decir” y “saber”. El saber incluye el sabor, o sea, una experiencia personal, sensorial, real.

A veces ocurre que la realidad puede ser poco interesante para ciertos grupos de poder que apresuradamente se dedican a enmascarar la realidad, sustituyéndola por algún tipo de baile popular, sea este el Carnaval o la Copa.

¿Cómo escamotear la realidad? Con la imaginación. La imaginación es aquella facultad humana de darle forma a aquello que todavía no existe – y tal vez nunca vaya a existir en el mundo de los fenómenos, de las cosas y personas.

Cualquier imagen   que involucre a lo real en una cortina de humo puede servir al proceso de la fantasía: sea el ET de Varginha, la viejita de Taubaté o un viaje a Disneylandia.

Un ejemplo concreto de ese juego de prestidigitadores es la Copa del Mundo en Brasil. Rápidamente el sentido común de la minoría pensante comenzó a hacer preguntas incómodas, cuestionando lo absurdo de desviar para arenas deportivas los pulposos recursos negados a escuelas y hospitales, fusilaron en el horizonte de los medios – con la velocidad de la luz- los primeros mensajes publicitarios para justificar el abuso. “Cuando nos divertimos, acontecen cosas increíbles”. “La imaginación comienza a funcionar. Un nuevo mundo aparece”. ¡Imagina el carnaval! ¡Imagina la fiesta!”

¿Y cuál fue el anzuelo utilizado? ¡La imaginación! Para desviar los ojos de las escuelas sin techo y de los enfermos amontonados en camillas en los pasillos de los hospitales, todos nosotros somos invitados a usar la imaginación y ver algo que no existe: multitudes en las calles y plazas, en uniforme de disfraz, celebrando con Epicuro un Carnaval extra bajo el franchising de la FIFA. “¡Imagine sólo el 2014!”

Claro, los fiesteros beben cerveza y coca-cola. Esto quiere decir que consumen. Y consumiendo son felices. Después – cuestión de lógica menor – la Copa nos hará felices. Es sólo imaginar… Cuando el turismo y entertainment se tornan prioridades, en detrimento de la educación y de la salud, es hora de preguntar en qué dirección camina la nación brasilera.

No le interesa a nadie (¿o interesa?) el hecho de que los niños continuarán sin recibir la posible educación, los profesores y médicos continuarán mal pagados y los enfermos todavía estarán sangrando en el cemento frío. ¡Diablos! ¡Cómo es pobre de imaginación esa gente! Era sólo imaginar…

Este es sólo un caso particular. Pero ya hace tiempo que la TV distrae nuestros ojos de lo esencial, divirtiéndonos con imágenes que hipnotizan e invitan al sueño. Y al pueblo le gusta. Tiene audiencia. Aplaude y… se torna mero espectador de la existencia.

Mientras tanto, en el piso de arriba, los dueños del teatro manipulan las cuerdas de las marionetas somnolientas. Ellas comen, beben y sueñan. ¿Su nuevo lema? “¡simplemente imaginen!”

Y si yo SÓLO imagino, pero no veo lo real, jamás asumiré el precioso método de Joseph Cardijn: “ver – juzgar – actuar”.¿Le interesa a los poderosos que el pueblo entre en acción?

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